Me voy desnudando -muy lentamente frente al espejo- mientras le hago los coros a Carla Morrison que susurra con voz lánguida a mis espaldas:
«… Es tu alma que envía señales a mi cuerpo
Porque este, sigue pidiendo ese aroma de ti
Que me invita al acecho…»
Y es que aún puedo respirarte, aún siento tus manos en mi piel, aún tu aliento sigue en mi boca…
Hace tan solo unos instantes que te he abandonado; arrebujado entre una sábanas cómplices de lo que acaba de suceder. Ocultando nuestro pequeño secreto.
En la almohada dejo caer una nota, y sobre tu mejilla un apenas perceptible roce de mis labios; que sé has sentido pero que prefieres ignorar. Como tantas otras veces.
Y Carla no deja de repetir en mi iphone:
«… Estás aquí dentro de mi mente…»